viernes, julio 31, 2015

Antonio Gaudí (31-07-2015)

La Pedrera

Escuchanos en la radio, enlace de Una noche inolvidable 
Programa 8-07-15  Columna de Arte, por Nora Lanzieri 

Anton Gaudí i Cornet (1852-1926) es el arquitecto más popular de la historia. Su
revolución de la arquitectura y de las artes plásticas sienta las bases del arte actual y futuro. La obra de Gaudí es una búsqueda de la perfección del arte, de la perfección personal y de la perfección de la sociedad humana.
Él lo expresaba así: 
«Para hacer las cosas bien es necesario: primero, el amor; segundo, la técnica».

Gaudí programó construir la Sagrada Família en 10 años, de 1886 a 1896. El 3 de noviembre de 1883, Gaudí tomó posesión con plenos poderes de ejecución de la obra de la Sagrada Família, comenzada un año antes por Francisco de Paula del Villar. Prosiguió la construcción de la cripta, con algunas modificaciones.  Al cabo de cuatro años, a finales de 1887, había acabado lo grande; y los dos años siguientes, 1888 y 1889, hizo los pavimentos, vidrieras,
etc. Mientras tanto, el arquitecto iba pensando el proyecto de la basílica superior, muy diferente de la de su antecesor.  El celo de Josep Maria Bocabella, gestor efectivo de la basílica de la Sagrada Família concebida y promovida por el padre Manyanet, y la ambición profesional de su segundo arquitecto, Anton Gaudí, se potenciaron mutuamente para proyectar un templo grandioso. En marzo de 1885,Gaudí presentó los planos en el Ayuntamiento de Sant Martí de Provençals, el municipio posteriormente absorbido por Barcelona en que estaba enclavada la Sagrada Família. El presupuesto era de 720.000 duros(=3.600.000 pesetas). ¡Más de veinte veces lo que costaba entonces en Catalunya construir una parroquia!
La magnanimidad de Josep Maria Bocabella no fue bien entendida por algunos miembros de la Asociación de Devotos de San José, que eran quienes debían pagar la obra. Criticaban que la basílica era tan grandiosa que se tardaría un siglo en tenerla. Bocabella no se amilanó. Su reacción no fue reducir el proyecto, sino pactar con Gaudí realizarlo en diez años, esto es acabarlo a finales de 1896. Gaudí tampoco se amilanó. Era una gran oportunidad profesional: tenía entonces 33 años y, al cabo de diez, a los 44, habría construido uno de los templos mayores y más novedosos del mundo. Se comprometió firmemente a acabar la Sagrada Família en diez años y Bocabella pudo dar entusiasmado lo que calificaba litertalmente  para todos los devotos de san José el 1 de marzo de 1886.
 Estas fueron sus palabras textuales:
Todos vosotros, queridos hermanos, estáis ansiosos de ver concluido el Templo expiatorio de la Sagrada Família, y hasta algunos os habéis quejado porque se hacía tan grandioso, que sería obra de un siglo. A fin de tranquilizaros, (...) el Director de la obra, para satisfacer vuestros deseos, se compromete a dejar el templo concluido a los diez años, con tal de que no vengan sucesos o circunstancias extraordinarias, y se recauden unos seis mil duros mensuales.
Así pues, la única condición que Gaudí había puesto era que los 720.000 duros del presupuesto se repartieran     homogéneamente en los 120 meses de duración de las obras de la Sagrada Família.
La noticia de que el plazo programado por Gaudí para construir la basílica de la Sagrada Família era de diez años causó una gran alegría a muchos devotos de san José. Tanta, que el propio Bocabella, confiando en la generosidad de los josefinos y en la capacidad profesional de Gaudí, pensaba reducir dicho plazo de ejecución del proyecto. En las mismas páginas del boletín El Propagador de la devoción a san José en que daba la buena noticia, proponía:
Si cada asociado diese un solo real (= 0,25 pesetas) cada mes, como pasan de un millón, con mucho menos tiempo se podría concluir. 
No ocurrió así, pero surgieron muchas ideas para recaudar fondos. El Propagador de la devoción a san José siguiente, del 15 de marzo de 1886, publicaba la carta de un párroco de Catalunya entusiasmado por (literalmente) la declaración del Director de las obras del Templo expiatorio de la Sagrada Família, de dejar concluido dicho Templo dentro de diez años.
El párroco proponía celebrar en todas las parroquias del Estado Español la fiesta de san José con pompa y solemnidad, y ceder el clero y todos los empleados de la iglesia —organistas, cantores, sacristanes, monaguillos, etc.— sus emolumentos a la construcción de la basílica.
 También pedía que cada sacerdote español cediera cada año un dia de su sueldo para las obras que Gaudí dirigía.
Bocabella insistía en El Propagador de la devoción a san José del 1 de abril de 1886 en (literalmente) aumentar la recaudación de cada mes a favor del templo, hasta llegar a la cantidad indicada por el Director de las obras. Hacía el sencillo cálculo de que si 120.000 asociados de los más de medio millón que tenía la Asociación de Devotos de San José dieran 1 real (=0,25 pesetas) cada més, serían 120.000 reales, o sea los 6.000 duros que Gaudí necesitaba para construir la basílica de la Sagrada Família en diez años.  Las limosnas de los devotos de san José no alcanzaron ningún mes la cantidad pactada y, con el tiempo, tendieron a disminuir. Faltando el dinero, la basílica superior no pudo empezarse hasta 1890. De este año, conservamos el primer dibujo de Gaudí. Era el segundo proyecto, que el propio Gaudí explicó de viva voz a Bocabella y a los directivos de la Asociación de Devotos de San José el día de san José, 19 de marzo de 1891.  Por otra parte, la envergadura del nuevo templo llamó la atención  del obispado de Barcelona y Josep Maria Bocabella y su yerno Manuel de Dalmases se vieron obligados a firmar el 30 de junio de 1890 una escritura pública de conciliación con el obispo de Barcelona, Jaume Català, renunciando en el futuro a cualquier posible reclamación.
Bocabella falleció el 22 de abril de 1892 y tres años después, en 1895, la basílica de la Sagrada Família pasó definitivamente al obispado de Barcelona, todavía regido por el doctor Català.
Hacía nueve años que Gaudí se había comprometido a terminarla en diez.  Por entonces, sólo estaba hecha la pared exterior del ábside; los cuatro campanarios de la fachada del Nacimiento llegaban a 20 m. de altura y las arquivoltas de los portales, hasta 14 m. Gaudí se había quedado solo con la Sagrada Família y tuvo que variar mucho sus planes profesionales y vitales.  Gaudí empezó la Sagrada Família por motivos profesionales y no por un pensamiento religioso. En el otoño de 1883 Gaudí aceptó el encargo de continuar la Sagrada Família.  Durante los seis años siguientes, hasta finales de 1889, terminó la cripta, iniciada por el primer arquitecto, Francisco de Paula del Villar.  Mientras tanto, proyectó la basílica superior y en 1886 se comprometió con el promotor, Josep Maria  Bocabella, a realizarla en diez años. El joven arquitecto pasaba entonces la etapa irreligiosa de su vida, que había arrancado en la adolescencia y acabó en Astorga, gracias a la amistad personal del doctor Joan Baptista Grau, iniciada el verano de 1889 y finalizada trágicamente en otoño de 1893 por la muerte accidental del obispo. Gaudí, pues, no aceptó el encargo de diseñar y construir la basílica de la Sagrada Família por una motivación personal religiosa. No había en él un pensamiento religioso. Entonces, en aquel momento inicial y durante los primeros años, se trataba sólo de un encargo profesional.
Eso sí: Se trataba de un encargo que le complacía mucho.
El joven arquitecto era de familia pobre y de pueblo, sin relaciones en Barcelona. Desde que había obtenido el título de arquitecto, había puesto mucho esfuerzo en iniciar y consolidar su carrera profesional, presentándose a concursos, haciendo los pequeños trabajos que le salían y trabajando duro como ayudante de Joan Martorell.
 
Había anotado en su dietario, el 20 de marzo 1879:
Es preciso, para formarse clientela y un nombre, hacerse pagar en lo que valen los trabajos.Y, consciente de su valía profesional, había decidido no aplicar la tarifa que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando prescribía para los arquitectos del Estado Español, sino la tarifa alemana, más alta. La Sagrada Família era el primer gran proyecto que le llegaba. Le permitía establecerse como professinal independiente. Diseñó para la Asociación de Devotos de San José un templo grandioso, con un valor artístico excepcional. El presupuesto era de 3.600.000 pesetas —veinte veces lo que costaba hacer una parroquia en Barcelona— y el plazo de ejecución de diez años. Podía lucir su talento y ganar dinero, que necesitaba para el tren de vida que llevaba.
Al terminarlo, a los 44 o 45 años, el cliente, la Asociación de Devotos de San José, quedaría muy satisfecho. Y él sería un arquitecto famoso y un hombre rico, con las 288.000 pesetas que le corresponderían de honorarios.
Las cosas ocurrieron de diferente manera yGaudí empleó toda su vida en el construcción de la basílica de la Sagrada Família, que dejó inacabada.
En los últimos años, a partir de 1915, formó a varios arquitectos jóvenes para que pudieran continuar las obras de la basílica en el futuro. Isidre Puig i BoadaJosep Francesc RàfolsJoan BergósCèsar MartinellLluís Bonet, entre otros estudiantes de los últimos cursos de arquitectura, acudieron a la Sagrada Família a aprender directamente de Gaudí.
Para ellos, resultaba difícil comprender que aquel anciano profundamente piadoso había vivido una juventud irreligiosa.
Gaudí los acogía a todos con gran afecto, pero enseguida, más allá de las lecciones de arquitectura, estableció una relación personal con Cèsar Martinell i Brunet, tal vez porque era del Camp de Tarragona, y con el leridano y muy católicoJoan Bergós i Massó. Martinell, dotado para la historia, se convirtió en el cronista y el futuro biógrafo del maestro, quien le explicaba documentalmente su vida profesional, abriendo y comentando su meticuloso archivo.
Sin embargo, fue Bergós quien se convirtió en el confidente privilegiado de don Anton. Dentro de la Sagrada Família, se había instalado en el propio despacho de Gaudí y el maestro quería que fuera  testigo de sus conversaciones con las visitas: los amigos, los turistas, los trabajadores de la obra, etc. Es más: acompañaba al anciano arquitecto a las exposiciones, conferencias, reuniones y conciertos y, sobre todo, en el paseo de cada domingo por la mañana hasta la escollera del puerto. Las caminatas constituían normalmente un largo monólogo de don Anton, donde hablaba de todo menos de arquitectura. Esto y contemplar el mar el descansaba.
Gaudí falleció el 10 de junio de 1926. Todo el mundo esperaba los primeros esbozos biográficos, singularmente los de Cèsar Martinell y de Joan Bergós.
En el número de julio de 1926 de la Revista de CatalunyaMartinell publicó el artículo «Antoni Gaudí». Ponía en boca del arquitecto este comentario sobre los inicios de la Sagrada Familia:
¿Qué más puede desear un arquitecto, que encargarse de un gran templo?
Gaudí no pensaba entonces en los deseos de un arquitecto cristiano, sino en los deseos de un arquitecto: satisfacer al cliente, adquirir fama y ganar dinero.
Había aceptado el encargo de la Sagrada Família con una mentalidad diferente a la de su predecesor. Francisco de Paula del Villar, católico ejemplar y en la cima de su carrera de arquitecto, se había ofrecido, sin que la Asociación de Devotos de San José se lo hubiera pedido, a hacer gratis el proyecto del templo y la dirección de las obras. Era una donación que hacía por amor
 a Dios ya la Iglesia, por amor a los hombres, movido por su fe cristiana.
Pasó un tiempo desde la muerte de Gaudí hasta que apareció un Anuari dels Amics de l'Art Litúrgic, el de 1926-1928, publicado con licencia eclesiástica —esto es, con censura previa del obispado de Barcelona— por el Cercle Artístic de Sant Lluc, la entidad que agrupaba a los artistas católicos. Allí, Joan Bergós publicó su «Antoni Gaudí». Empezó el templo movido más por los temas técnicos y artísticos que no por la fe. 
El confidente de los últimos años del maestro concluía con la siguiente expresión, que además de precisa y bella, aceptamos como exacta:
El camino de la obra y el del hombre empezaban paralelamente.

Información extraída de la web.

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