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Programa 8-07-15 Columna de Arte, por Nora Lanzieri
Anton Gaudí i Cornet (1852-1926) es el arquitecto más popular de la
historia. Su
revolución de la arquitectura y de las artes plásticas sienta las bases
del arte actual y futuro. La
obra de Gaudí es una búsqueda de la perfección del arte, de la perfección
personal y de la perfección de la sociedad humana.
Él lo expresaba así:
«Para hacer las cosas bien es necesario: primero, el amor; segundo,
la técnica».
Gaudí programó construir la Sagrada Família en 10 años, de 1886 a
1896. El 3 de noviembre de 1883, Gaudí tomó posesión con plenos
poderes de ejecución de la obra de la Sagrada Família, comenzada un año antes
por Francisco de Paula del Villar. Prosiguió la construcción de la
cripta, con algunas modificaciones. Al cabo de cuatro años, a finales de
1887, había acabado lo grande; y los dos años siguientes, 1888 y 1889, hizo los
pavimentos, vidrieras,
etc. Mientras tanto, el arquitecto iba pensando el
proyecto de la basílica superior, muy diferente de la de su antecesor. El
celo de Josep Maria Bocabella, gestor
efectivo de la basílica de la Sagrada Família concebida y
promovida por el padre Manyanet, y la ambición profesional de su
segundo arquitecto, Anton Gaudí, se potenciaron mutuamente para
proyectar un templo grandioso. En marzo de 1885,Gaudí presentó los
planos en el Ayuntamiento de Sant Martí de Provençals, el municipio
posteriormente absorbido por Barcelona en que estaba enclavada la Sagrada
Família. El presupuesto era de 720.000 duros(=3.600.000 pesetas). ¡Más de veinte veces lo que costaba entonces en
Catalunya construir una parroquia!
La magnanimidad de Josep Maria Bocabella no fue bien
entendida por algunos miembros de la Asociación de Devotos de San José, que
eran quienes debían pagar la obra. Criticaban que la basílica era tan grandiosa
que se tardaría un siglo en tenerla. Bocabella no se amilanó.
Su reacción no fue reducir el proyecto, sino pactar con Gaudí realizarlo
en diez años, esto es acabarlo a finales de 1896. Gaudí tampoco
se amilanó. Era una gran oportunidad profesional: tenía entonces 33 años y, al
cabo de diez, a los 44, habría construido uno de los templos mayores y más
novedosos del mundo. Se comprometió firmemente a acabar la Sagrada
Família en diez años y Bocabella pudo dar
entusiasmado lo que calificaba litertalmente para todos los devotos
de san José el 1 de marzo de 1886.
Estas fueron sus palabras
textuales:
Todos vosotros, queridos hermanos, estáis ansiosos de ver concluido el
Templo expiatorio de la Sagrada Família, y hasta algunos os habéis quejado
porque se hacía tan grandioso, que sería obra de un siglo. A fin de
tranquilizaros, (...) el Director de la obra, para satisfacer vuestros
deseos, se compromete a dejar el templo concluido a los diez años, con tal
de que no vengan sucesos o circunstancias extraordinarias, y se recauden unos
seis mil duros mensuales.
Así pues, la única condición que Gaudí había puesto era que los 720.000 duros del presupuesto se repartieran homogéneamente en los 120 meses de duración de las obras de la Sagrada Família.
Así pues, la única condición que Gaudí había puesto era que los 720.000 duros del presupuesto se repartieran homogéneamente en los 120 meses de duración de las obras de la Sagrada Família.
La noticia de que el plazo programado por Gaudí para
construir la basílica de la Sagrada Família era de diez años
causó una gran alegría a muchos devotos de san José. Tanta, que el propio Bocabella,
confiando en la generosidad de los josefinos y en la capacidad profesional
de Gaudí, pensaba reducir dicho plazo de ejecución del proyecto. En
las mismas páginas del boletín El Propagador de la devoción a san José en
que daba la buena noticia, proponía:
Si cada asociado diese un solo real (= 0,25 pesetas) cada
mes, como pasan de un millón, con mucho menos tiempo se podría
concluir.
No ocurrió así, pero
surgieron muchas ideas para recaudar fondos. El Propagador de la
devoción a san José siguiente, del 15 de marzo de 1886, publicaba la
carta de un párroco de Catalunya entusiasmado por (literalmente) la
declaración del Director de las obras del Templo expiatorio de la Sagrada
Família, de dejar concluido dicho Templo dentro de diez años.
El párroco proponía celebrar en todas las parroquias del Estado Español la fiesta de san José con pompa y solemnidad, y ceder el clero y todos los empleados de la iglesia —organistas, cantores, sacristanes, monaguillos, etc.— sus emolumentos a la construcción de la basílica. También pedía que cada sacerdote español cediera cada año un dia de su sueldo para las obras que Gaudí dirigía.
El párroco proponía celebrar en todas las parroquias del Estado Español la fiesta de san José con pompa y solemnidad, y ceder el clero y todos los empleados de la iglesia —organistas, cantores, sacristanes, monaguillos, etc.— sus emolumentos a la construcción de la basílica. También pedía que cada sacerdote español cediera cada año un dia de su sueldo para las obras que Gaudí dirigía.
Bocabella insistía
en El Propagador de la devoción a san José del 1 de abril de
1886 en (literalmente) aumentar la recaudación de cada mes a favor del
templo, hasta llegar a la cantidad indicada por el Director de las obras. Hacía
el sencillo cálculo de que si 120.000 asociados de los más de medio millón que
tenía la Asociación de Devotos de San José dieran 1 real (=0,25 pesetas) cada
més, serían 120.000 reales, o sea los 6.000 duros que Gaudí necesitaba
para construir la basílica de la Sagrada Família en diez años. Las
limosnas de los devotos de san José no alcanzaron ningún mes la cantidad
pactada y, con el tiempo, tendieron a disminuir. Faltando el dinero, la
basílica superior no pudo empezarse hasta 1890. De este año, conservamos el
primer dibujo de Gaudí. Era el segundo proyecto, que el
propio Gaudí explicó de viva voz a Bocabella y
a los directivos de la Asociación de Devotos de San José el día de san José, 19
de marzo de 1891. Por otra parte, la envergadura del nuevo templo
llamó la atención del obispado de Barcelona y Josep Maria
Bocabella y su yerno Manuel de Dalmases se vieron
obligados a firmar el 30 de junio de 1890 una escritura pública de conciliación
con el obispo de Barcelona, Jaume Català, renunciando en el futuro
a cualquier posible reclamación.
Bocabella falleció el 22
de abril de 1892 y tres años después, en 1895, la basílica de la
Sagrada Família pasó definitivamente al obispado de Barcelona, todavía
regido por el doctor Català.
Hacía nueve años que Gaudí se había comprometido a
terminarla en diez. Por entonces, sólo estaba hecha la pared exterior del
ábside; los cuatro campanarios de la fachada del Nacimiento llegaban a 20 m. de
altura y las arquivoltas de los portales, hasta 14 m. Gaudí se había quedado
solo con la Sagrada Família y tuvo que variar mucho sus planes
profesionales y vitales. Gaudí empezó la Sagrada Família
por motivos profesionales y no por un pensamiento religioso. En el otoño de
1883 Gaudí aceptó el encargo de continuar la Sagrada Família. Durante los seis años
siguientes, hasta finales de 1889, terminó la cripta, iniciada por el primer
arquitecto, Francisco de Paula del Villar. Mientras tanto,
proyectó la basílica superior y en 1886 se comprometió con el promotor, Josep
Maria Bocabella, a realizarla en diez años. El joven arquitecto
pasaba entonces la etapa irreligiosa de su vida, que había arrancado en la
adolescencia y acabó en Astorga, gracias a la amistad personal del doctor Joan
Baptista Grau, iniciada el verano de 1889 y finalizada trágicamente en
otoño de 1893 por la muerte accidental del obispo. Gaudí, pues, no
aceptó el encargo de diseñar y construir la basílica de la Sagrada
Família por una motivación personal religiosa. No había en él un
pensamiento religioso. Entonces, en aquel momento inicial y durante los
primeros años, se trataba sólo de un encargo profesional.
Eso sí: Se trataba de un encargo que le complacía mucho.
El joven arquitecto era de familia pobre y de pueblo, sin relaciones en Barcelona. Desde que había obtenido el título de arquitecto, había puesto mucho esfuerzo en iniciar y consolidar su carrera profesional, presentándose a concursos, haciendo los pequeños trabajos que le salían y trabajando duro como ayudante de Joan Martorell.
Había anotado en su dietario, el 20 de marzo 1879:
El joven arquitecto era de familia pobre y de pueblo, sin relaciones en Barcelona. Desde que había obtenido el título de arquitecto, había puesto mucho esfuerzo en iniciar y consolidar su carrera profesional, presentándose a concursos, haciendo los pequeños trabajos que le salían y trabajando duro como ayudante de Joan Martorell.
Había anotado en su dietario, el 20 de marzo 1879:
Es preciso, para formarse clientela y un nombre, hacerse pagar en lo que
valen los trabajos.Y, consciente de su
valía profesional, había decidido no aplicar la tarifa que la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando prescribía para los arquitectos del Estado
Español, sino la tarifa alemana, más alta. La Sagrada Família era
el primer gran proyecto que le llegaba. Le permitía establecerse como
professinal independiente. Diseñó para la Asociación de Devotos de
San José un templo grandioso, con un valor artístico excepcional. El presupuesto
era de 3.600.000 pesetas —veinte veces lo que costaba hacer una parroquia en
Barcelona— y el plazo de ejecución de diez años. Podía lucir su talento y ganar
dinero, que necesitaba para el tren de vida que llevaba.
Al terminarlo, a los 44 o 45 años, el cliente, la Asociación de
Devotos de San José, quedaría muy satisfecho. Y él sería un arquitecto
famoso y un hombre rico, con las 288.000 pesetas que le corresponderían de
honorarios.
Las cosas ocurrieron de diferente manera yGaudí empleó toda
su vida en el construcción de la basílica de la Sagrada Família, que dejó
inacabada.
En
los últimos años, a partir de 1915, formó a varios arquitectos jóvenes para que
pudieran continuar las obras de la basílica en el futuro. Isidre Puig i
Boada, Josep Francesc Ràfols, Joan Bergós, Cèsar
Martinell, Lluís Bonet, entre otros estudiantes de los últimos
cursos de arquitectura, acudieron a la Sagrada Família a
aprender directamente de Gaudí.
Para ellos, resultaba difícil comprender que aquel anciano profundamente
piadoso había vivido una juventud irreligiosa.
Gaudí los acogía a todos con gran afecto, pero enseguida, más allá de las lecciones de arquitectura, estableció una relación personal con Cèsar Martinell i Brunet, tal vez porque era del Camp de Tarragona, y con el leridano y muy católicoJoan Bergós i Massó. Martinell, dotado para la historia, se convirtió en el cronista y el futuro biógrafo del maestro, quien le explicaba documentalmente su vida profesional, abriendo y comentando su meticuloso archivo.
Gaudí los acogía a todos con gran afecto, pero enseguida, más allá de las lecciones de arquitectura, estableció una relación personal con Cèsar Martinell i Brunet, tal vez porque era del Camp de Tarragona, y con el leridano y muy católicoJoan Bergós i Massó. Martinell, dotado para la historia, se convirtió en el cronista y el futuro biógrafo del maestro, quien le explicaba documentalmente su vida profesional, abriendo y comentando su meticuloso archivo.
Sin embargo, fue Bergós quien se convirtió en el
confidente privilegiado de don Anton. Dentro de la Sagrada
Família, se había instalado en el propio despacho de Gaudí y
el maestro quería que fuera testigo de sus conversaciones con las
visitas: los amigos, los turistas, los trabajadores de la obra, etc. Es más:
acompañaba al anciano arquitecto a las exposiciones, conferencias, reuniones y
conciertos y, sobre todo, en el paseo de cada domingo por la mañana hasta la
escollera del puerto. Las caminatas constituían normalmente un largo monólogo de don
Anton, donde hablaba de todo menos de arquitectura. Esto y contemplar el
mar el descansaba.
Gaudí falleció el 10
de junio de 1926. Todo el mundo esperaba los primeros esbozos biográficos,
singularmente los de Cèsar Martinell y de Joan Bergós.
En el número de julio de 1926 de la Revista de Catalunya, Martinell publicó el artículo «Antoni Gaudí». Ponía en boca del arquitecto este comentario sobre los inicios de la Sagrada Familia:
En el número de julio de 1926 de la Revista de Catalunya, Martinell publicó el artículo «Antoni Gaudí». Ponía en boca del arquitecto este comentario sobre los inicios de la Sagrada Familia:
¿Qué más puede desear un arquitecto, que encargarse de un gran templo?
Gaudí no pensaba
entonces en los deseos de un arquitecto cristiano, sino en los deseos de un
arquitecto: satisfacer al cliente, adquirir fama y ganar dinero.
Había aceptado el encargo de la Sagrada Família con una mentalidad diferente a la de su predecesor. Francisco de Paula del Villar, católico ejemplar y en la cima de su carrera de arquitecto, se había ofrecido, sin que la Asociación de Devotos de San José se lo hubiera pedido, a hacer gratis el proyecto del templo y la dirección de las obras. Era una donación que hacía por amor a Dios ya la Iglesia, por amor a los hombres, movido por su fe cristiana.
Había aceptado el encargo de la Sagrada Família con una mentalidad diferente a la de su predecesor. Francisco de Paula del Villar, católico ejemplar y en la cima de su carrera de arquitecto, se había ofrecido, sin que la Asociación de Devotos de San José se lo hubiera pedido, a hacer gratis el proyecto del templo y la dirección de las obras. Era una donación que hacía por amor a Dios ya la Iglesia, por amor a los hombres, movido por su fe cristiana.
Pasó un tiempo desde la muerte de Gaudí hasta que
apareció un Anuari dels Amics de l'Art Litúrgic, el de 1926-1928,
publicado con licencia eclesiástica —esto es, con censura previa del obispado
de Barcelona— por el Cercle Artístic de Sant Lluc, la entidad que agrupaba
a los artistas católicos. Allí, Joan Bergós publicó su «Antoni
Gaudí». Empezó el templo movido más por los temas técnicos y artísticos
que no por la fe.
El confidente de los últimos años
del maestro concluía con la siguiente expresión, que además de precisa y bella,
aceptamos como exacta:
El camino de la obra y el del
hombre empezaban paralelamente.
Información
extraída de la web.
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